No es bueno que nos olvidemos, aunque sea solamente alguna vez que otra, de que la caridad cristiana es el eje sobre el que gira nuestra fe. Lo decía el apóstol san Pablo y lo dicen todos los santos que han sido y son: sin caridad, sin amor al prójimo, nada somos y para nada nos sirve lo que hagamos. Aunque hagamos hablar a las piedras, no seremos nada sin practicar el amor a nuestros semejantes. Perdamos, pues, todas las cosas, pero quedémonos con la caridad que es el mandato que nos dio Jesús.
Si nos agarramos con auténtica fe a la misericordia de Dios y nos fiamos de su bondad, caminaremos más seguros. Porque en la carrera de