La vida de un cristiano no se entiende sin la oración. Es la fuerza que sostiene la fe. Siempre. En los momentos de debilidad nos ayuda a mantenernos firmes y no caer. Hace posible que tengamos un poder extraordinario para llevar a cabo acciones que nos parecen imposibles. Nuestras fuerzas son muy limitadas, si actuamos solamente con criterios humanos. Pero si nos apoyamos en la plegaria, no hay nada que se nos resista.
No es admisible practicar la caridad con tristeza. Ni con desgana. Ni por compromiso social. Hay que poner en ello alegría, ilusión, entrega. Porque eso