No quedarnos con nada para nosotros mismos, salvo la fe, y aún ésta debemos compartirla y transmitirla. No cansarnos nunca de dar de lo material y de lo espiritual que poseamos, porque no nos pertenece nada. Lo que tenemos, Dios nos lo dio para que lo repartiéramos entre quienes lo necesiten. Dar, sin descanso, sin cansarnos. Cuanto más demos, más querremos dar.
Jesús nos salvó en la cruz. En ella se inmoló por nuestras faltas. Por eso, el madero en el que fue sacrificado es el símbolo