Parroquia

La Santísima Trinidad (Málaga)

Homilía del Domingo

Magos y buscadores

Mt 2, 1-12

Solemnidad de la Epifanía del Señor. Día de Reyes

Ciclo A

Homilías anteriores

No tengáis miedo

HOMILÍA DOMINGO XII T.O-A (25 junio 2023) Mt 10, 26-33 A todos nos gusta que el evangelio ilumine situaciones de vida que atravesamos; que nos

Seguir leyendo »

Señor y Dador de Vida

HOMILÍA DOMINGO PENTECOSTÉS-A (28 mayo 2023) Jn 20, 19-23 A muchos de los que celebramos la eucaristía en Pentecostés nos gustaría poder vivir las sensaciones

Seguir leyendo »

Magos y buscadores

HOMILÍA EPIFANÍA DEL SEÑOR-A (6 enero 2023) Mt 2, 1-12

Un año más nos encontramos celebrando la Solemnidad de la Epifanía del Señor, el Día «Reyes». El mensaje es claro y rotundo: el Niño Dios ha venido para todos, representados en los «Magos de Oriente». Porque, es curioso, desde el primer momento los «paganos», los más alejados, fueron los que dispensaron mejor acogida al mensaje del Reino. En el contexto desde donde escribo, bonita noche y espléndido día este, ¿verdad? Todo tan lleno de la alegría de los niños, del color de los papeles de regalo, de las caras de sorpresa… Y en ocasiones creo que nuestra experiencia de fe, o presenta esta claridad y este colorido, o pensamos que es defectuosa y poco generosa. La experiencia de fe, ¿pudiera ser oscura, incierta, ambigua, incompleta y, no por eso, ser «mala»? Para responder a esta pregunta vamos a detenernos en la búsqueda de los Magos de Oriente.

El evangelista Mateo no dice nada de cómo comenzaron su andadura, ni de lo que les movió a ello, ni del trayecto hasta llegar a Jerusalén. Pero tomaron una decisión difícil solo movidos por una estrella. Cierto es que existía la creencia de que el nacimiento de un personaje significativamente histórico venía acompañado del nacimiento de un elemento astronómico. Pero la «estrella» solo insinúa, apunta a una posibilidad; es más intuición que mensaje cierto. Movidos por lo no concreto deciden dejar su tierra y cultura y lanzarse a lo desconocido y sin garantías de éxito. La experiencia de la fe comienza con el despuntar de una estrella. Es un rumor que te habla de un Alguien que nos habita. Ese rumor ha podido ser la palabra de una persona cercana que nos habló de Dios, la educación religiosa que recibimos, una experiencia juvenil o determinada carencia que me hace buscar algo «divino» que nivele mis déficits y necesidades. La experiencia de la fe es experiencia de caminar por la noche sobre el agua. Como diría el poeta: «solo la sed nos alumbra». Aquí no valen las certezas, ni las demostraciones, ni pisar firme. Este viaje se comienza a base de confianza en el riesgo.

Pero la estrella, además, es intermitente: ahora brilla, para no hacerlo cuando ya has comenzado el camino. Lo único que tenías, desaparece, para aparecer más tarde. Es la alternancia entre caminar guiados o solos; entre tener luz que indica el camino o sombras que lo ocultan; entre saber con seguridad hacia dónde dirigirnos o ir averiguando paso a paso si seguimos la ruta. Esta es la experiencia de la fe. Periodos de luz y periodos de oscuridad. Tiempos donde todo brilla y sobran las claridades. Y tiempos donde nada vemos y abundan las dudas. Siempre hay noche, pero con estrella es noche de luz. Sin ella es noche oscura, de las que con palabras de un testigo «juntan amado con amada» en la nada de los sentidos.

Están en búsqueda, es decir, están en camino. El camino es lo que va desde el punto de salida al punto de llegada. El camino es el tiempo del vivir sin nada, solo del camino; porque se ha dejado lo que se tenía y solo hay una promesa de poder alcanzar lo que se busca. El camino, en ocasiones, es llano y fácilmente transitable; para, poco después, convertirse en empinado y lleno de rocas y maleza. Mientras se camina se aconseja centrarse en el paso que se va dando, en las sensaciones agradables o poco placenteras que se experimentan, en el paisaje que nos envuelve, en el sol, el viento, la lluvia o la brisa. La experiencia de fe es «experiencia de siempre estar en camino». Es la experiencia de haber iniciado un viaje donde lo que nos mueve es una promesa. Es la promesa de colmar un deseo y apagar una sed que siguen estando vivas. Y que solo

podrás alcanzar si has tenido la experiencia del desprendimiento. Es la sensación de haber dejado casa, madre, padre, hermanos e hijos sin haber todavía experimentado el ciento por uno. Para aspirar a la plenitud de las cien, has tenido que salir del confort de la casa pequeña y destartalada. Con la sola promesa de las cien tienes que vivir las inclemencias del que no tiene donde cobijarse ni calentarse. Pero la técnica es la misma, centrarse en cada paso. Vivir creyendo en lo poco, en lo pequeño, en el instante.

Pero llega un momento donde ya no saben por dónde seguir. Tienen que hacer una parada para preguntar. Seguir es arriesgarse, no ya a caminar en la noche, sino dar vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte. Y se detienen en Jerusalén. Preguntan a los menos adecuados: al psicópata de Herodes y a los pusilánimes sumos sacerdotes y escribas. Uno solo quiere matar a todo aquel que le pueda arrebatar el poder. Los otros lo saben todo, pero no mueven un dedo para ir a adorar al Mesías. Pero, pese a todo, han podido recabar de ellos la información que necesitaban. En la experiencia de fe hay momentos en los que hemos de «parar» para «preguntarnos y preguntar». Necesitamos de la mediación que pueda escuchar el relato de nuestro viaje, de los caminos que hemos tomado, de las vueltas dadas y de los percances sufridos, de las puestas de sol contempladas y del cansancio experimentado. Mediaciones que nos remitan a la Palabra para darnos luz por dónde reanudar la marcha, sobre todo cuando no hay estrella. Y, se puede dar, que aquellos que nos guiaron necesiten tanto o más un guía para ellos mismos.

De pronto, reaparece la estrella. Y les conduce a un lugar escondido donde se encuentra un niño. Cuando comenzaron tuvieron que confiar en ese astro que no siempre iluminaba; ahora tienen que hacerlo de nuevo. Porque les señala lo «contracultural». Les dice que en la debilidad del recién nacido está el «Rey de los judíos». Siguen necesitando de la fe. Esta fe les lleva a experimentar una «inmensa alegría», a postrarse y a ofrecerse ofreciéndoles oro, incienso y mirra. La experiencia de fe es la promesa de una inmensa alegría: “Espera en Dios que volverás a alabarlo”, dice el salmo. Esa promesa de alcanzar la cima te hace siempre dar un paso más, por cansado o cansada que te encuentres. Porque la cumbre pueda estar detrás de esa pequeño monte que se nos presenta insalvable. Junto a la alegría está la adoración. La experiencia de fe es lo que nos permite ponernos de rodilla ante todo porque todo es susceptible de convertirse en lugar de encuentro y revelación. Es adorar al Dios presente en la eucaristía, en la calle, en la panadería, en la cola del banco. Es decir «amén» cuando comulgo la Hostia o cuando lo comulgo en cada persona que viene a mi encuentro. A la alegría y a la adoración se le suma el ofrecimiento. La experiencia de fe siempre es entrega al Dios que previamente se nos ha entregado; es dar lo antes él nos dio; es entender que en él vivimos y vivimos para el que nos dio la existencia.

Y tú, ¿en qué etapa del camino te encuentras? ¿Estás siendo invitado a salir de ti y de tu confort solo desde el rumor de una estrella? ¿Te sientes andando en la noche? ¿Vives disfrutando del camino de la experiencia de fe o te toca vivir un tramo difícil? ¿Estás tentado o tentada de abandonar? ¿Experimentas la necesidad de parar para preguntar y profundizar en lo que vives? ¿Te sientes invitado o invitada a vivir la fe en las mediaciones de la vida cotidiana? ¿Estás en un momento de inmensa alegría? ¿Puedes contemplar la presencia de Dios en la materia de la vida y la historia? ¿Te sientes llamado a entregarte y ofrecerte en agradecimiento?

El Dios que se reveló a los paganos, a todos, se revela en cualquier situación que atravieses. ¿Qué tiene de «epifanía», «manifestación» lo que vives?

Pepe Ruiz Córdoba

Homilías anteriores

No tengáis miedo

HOMILÍA DOMINGO XII T.O-A (25 junio 2023) Mt 10, 26-33 A todos nos gusta que el evangelio ilumine situaciones de vida que atravesamos; que nos

Seguir leyendo »

Señor y Dador de Vida

HOMILÍA DOMINGO PENTECOSTÉS-A (28 mayo 2023) Jn 20, 19-23 A muchos de los que celebramos la eucaristía en Pentecostés nos gustaría poder vivir las sensaciones

Seguir leyendo »