Los servidores de Cristo, no solamente los que están encargados de los ministerios apostólicos, sino todos los bautizados, estamos obligados a comportarnos correctamente. Porque la doctrina que hemos recibido graciosamente y debemos transmitir también gratuitamente, nos exige, ante todo, que amemos a los demás. Por ello hemos de huir de maledicencias, juicios falsos, pugnas por demostrar llevar la razón siempre… Lo nuestro, lo que debe distinguirnos, es la amabilidad con todos, incluso con los que nos calumnien e insulten.
Cuando obramos en conciencia, siguiendo los dictados del Señor, adquirimos las fuerzas suficientes para ser firmes y no tener miedo a lo que puedan hacer