Para que el espíritu solidario entre los hombres sea una realidad, a cada uno de los que creemos en que ésta es la mejor forma de acabar con las injusticias, nos corresponde renunciar a nuestros personales egoísmos. De esta manera podremos empezar a tejer espacios de comprensión hacia los demás para buscar las soluciones a los muchos problemas que dañan la convivencia humana. Tenemos que abrirnos a los otros y pensar menos en nosotros.

No es amor auténtico aquél que se queda solamente en las palabras, por muy hermosas que éstas sean, o en el deseo que no llega





