Parroquia

La Santísima Trinidad (Málaga)

Imagen del día

Espíritu Santo, que en la tierra… no sea yo paja inútil ni cizaña perjudicial, ¡sino grano bueno! – San Manuel González

Podemos, con los ejemplos de nuestras vidas, ser cualquier cosa menos aquello que debemos ser, que es ser semilla que nace, crece y da frutos que ayudan a los demás. Es cierto que con nuestras propias fuerzas poco podemos hacer. Por eso invocamos la ayuda de quien todo lo puede, para que no nos convirtamos en la hierba que daña el sembrado o la cizaña que estropea las cosechas. Si pedimos con humildad, el Espíritu de Dios no hará oídos sordos a nuestra plegaria.

¿Te ha gustado? Comparte este artículo

Días anteriores

La ayuda divina acompaña a quienes la piden de corazón, humilde y devotamente – San Buenaventura

Para ser mejores personas y para poder ayudar cristianamente a los demás, necesitamos la fuerza que solamente procede de Dios. Nosotros somos poca cosa, estamos

Leer más
La caridad es universal, no tiene en cuenta ni raza ni color ni religión – San Camilo de Lelis

Querer practicar la caridad con unas personas que nos caen bien y no con otras, no es de buenos cristianos. Ni siquiera puede llamarse caridad

Leer más
La oración es la cumbre del desarrollo humano. El hombre no vale por lo que tiene, sino por lo que es – San Óscar Romero

Un cristiano comprometido en mejorar la vida de los demás no descuida la oración. Al contrario, de ella se alimenta para llevar a cabo la

Leer más
Debemos hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario – Santa Teresa de Calcuta

Hay que poner todo el amor en lo que hacemos, aunque nos parezca que es una insignificancia. Dar las gracias cuando nos ofrecen algo, por

Leer más
La ociosidad es enemiga del alma – San Benito

No es nada bueno quedarse cruzados de brazos, sin hacer nada. Porque las personas ociosas, que no saben qué hacer o no quieren realizar ninguna

Leer más
Corazón de Jesús, que yo no me canse en tener paciencia y ser benigno con los enemigos y amigos – San Manuel González

La paciencia de Jesús con cada uno de nosotros es inmensa. Nunca nos da por perdidos, aunque cometamos las mayores barrabasadas. Siempre nos espera. Con

Leer más