Es en el esfuerzo total donde se ha medir el amor a Dios y a los hermanos. Claro que no se nos pide más de lo que podemos hacer, pero tampoco menos. Las capacidades de cada uno son las que han de ponerse al servicio de Cristo, que nos pide que hagamos todo lo que esté en nuestras manos para ser mejores personas y más serviciales con los que están a nuestro lado.
No vivimos solos, sino que somos parte de una comunidad de hijos de Dios. No somos únicos en esta tierra, sino que formamos con los