Acaba de hacerse pública la traducción al castellano del Documento Final del Sínodo de los Obispos sobre los “Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, celebrado en Roma del 3 al 28 de octubre pasado.
Los padres sinodales señalan, en una de las conclusiones, que “Debemos ser santos para poder invitar a los jóvenes a convertirse en santos. Los jóvenes han pedido con fuerza una Iglesia auténtica, luminosa, transparente, alegre: solo una Iglesia de santos puede estar a la altura de dichas inquietudes”. Los obispos insisten en que “existe un lenguaje que todos los hombres y las mujeres de cualquier época, lugar y cultura pueden entender, porque es inmediato y luminoso: es el lenguaje de la santidad”.
Este Documento es fruto del discernimiento que se ha realizado en las asambleas y en los círculos menores. En él se recogen los núcleos de temas sobre los que se ha concentrado mayor interés y discusión. El marco de referencia ha sido el instrumento de trabajo que había sido elaborado tras dos años de elaboración previa.
El Documento Final está estructurado en tres partes, además de una introducción y las conclusiones finales.
La introducción(“Un evento sinodal”) describe la asamblea como un “evento sinodal” y destaca la presencia novedosa de los jóvenes en el Aula sinodal. Describe cómo se preparó el documento final y la relación con el documento de preparación.
La primera parte(“Caminaba con ellos”) describe a la Iglesia que escucha, los ejes cruciales de la realidad juvenil y las relaciones entre los jóvenes y lo que significa “ser joven hoy”.
La segunda parte(“Se le abrieron los ojos”) presente el Nuevo Pentecostés que es la acción del Espíritu Santo y describe el don de la juventud, el misterio de la vocación, la misión del acompañamiento y el arte de discernir.
La tercera parte(“Enseguida se pusieron en camino”) presenta a una Iglesia joven que busca la sinodalidad misionera para caminar juntos con nuevo impulso y con una formación integral.
En las conclusiones (“Llamados a ser santos”) se invita a los jóvenes a ser santos y a despertar al mundo con su santidad: “el bálsamo de la santidad generada por la vida de tantos jóvenes puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos a aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero”.
El Documento recoge, en su última parte, las votaciones de cada uno de sus puntos.