Por mucho que nos empeñemos en anestesiar nuestras conciencias con ficciones edulcoradas, no podremos cambiar la realidad histórica de que Dios nació pobre entre los pobres y se manifestó a los sencillos, a los que buscaban la verdad humildemente, a los que no tuvieron miedo a las iras de los poderosos… A Él solamente se llega desde la sencillez personal y el reconocimiento de nuestras debilidades. Le encontraremos siempre en el pobre, en el desamparado, en el inmigrante, en el de otra cultura, en el que no piensa como nosotros…
¡Cuántas veces no nos atrevemos a dar determinados pasos, en la línea evangélica, porque nos atenazan los miedos a lo que puedan decir o pensar