¿Qué somos, en realidad? Poca cosa, por cierto. Casi nada. Aunque no lo veamos o no queramos verlo. Tú, Señor, sí sabes de nuestras miserias, de nuestras debilidades, de nuestras carencias. Nada podemos ocultarte, porque nos tienes permanentemente delante de ti, sin que nosotros queramos darnos cuenta de ello. Inyéctanos una gran dosis de humildad para vernos como realmente somos. Para que así comprendamos que, a pesar de nuestra pequeñez y nuestras infidelidades, Tú nos amas con amor de Padre y quieres salvarnos.
Acercarnos a comer el cuerpo de Cristo nos tiene que llevar a compartir mucho más de lo que compartimos. Empezando por abrir nuestro corazón a