Somos tentados de mil maneras para que nos apartemos de la senda correcta, que es la que nos lleva a Dios. Únicamente cuando damos nuestro consentimiento para desviarnos del buen camino, obramos de manera culpable. Para volver a la ruta de la que nunca tendríamos que desviarnos, no hay otro modo que no sea el suplicar la misericordia de nuestro Padre, que siempre nos concederá el perdón.
¿Con qué razonamientos vamos a pedir ser perdonados si nosotros no somos capaces de perdonar? Injustos seremos si tenemos la osadía de exigir que no