El martirio es el premio que reciben unos pocos creyentes. La inmensa mayoría de los cristianos no estamos llamados a perder la vida humana por confesar nuestra fe. Pero sí estamos invitados a dar testimonio permanente, con nuestras obras, de que somos discípulos de Cristo. El Señor nos anima a que avancemos, día tras día, en perfeccionar nuestras vidas, dejando de lado todo lo que nos pueda impedir ser mejores. No estamos solos en esta tarea, porque Él se encuentra siempre a nuestro lado, para darnos fuerza siempre que estamos necesitados de ellas.
No vivimos solos, sino que somos parte de una comunidad de hijos de Dios. No somos únicos en esta tierra, sino que formamos con los