María es nuestra Madre. Siempre nos protegerá si acudimos a pedirle ayuda. Mostrémonos valientes y confiados en que, a su lado, estamos seguros. ¿Qué madre deja a sus pequeños desamparados ante los peligros? Aunque seamos infieles y no obremos rectamente, podemos pedirle con humildad que nos eche una mano y nos lleve por el buen camino. Con toda seguridad, nuestra petición será atendida.
Amar a los demás, como Cristo nos ha enseñado, es reconfortante. Nunca cansa. Al contrario. Infunde mayor vitalidad. Es como si cada obra buena que