No quieres, Señor, que nos quedemos cruzados de brazos viendo cómo muchos hombres y mujeres, hermanos nuestros pues también son hijos tuyos, aunque ellos no lo sepan, viven en las tinieblas del odio, de los enfrentamientos, de las miserias y de los egoísmos humanos que parecen dominar nuestro mundo. Haz de nosotros lámparas que irradien ante los demás tu imagen y tu mensaje. Conviértenos en teas luminosas para que esta sociedad de la que formamos parte vuelva los ojos a ti.
Si deseamos ser perfectos, meta a la que debemos aspirar como creyentes, porque es lo que se nos pide, debemos convencernos de que nunca encontraremos