Ábrenos, Señor Jesús, los ojos para verte a Ti en cada persona con la que nos cruzamos. Danos fuerzas para que no pasemos de largo ante las necesidades de los demás. Ayúdanos a sentirnos generosos, serviciales y desprendidos. Que entendamos de una vez y para siempre que, si queremos ser fieles a tu doctrina, no tenemos otra senda por la que caminar que mirar tu rostro reflejado en los más desvalidos de los hombres, los desposeídos, los ignorantes, los enfermos, los repudiados, los abandonados, los presos, los encarcelados… Porque en cada uno de ellos estás Tú, Señor.
A menudo, nuestra lengua y nuestro comportamiento se muestran muy rápidos en enjuiciar lo que hacen los otros. Poca misericordia hay en nuestros corazones cuando