Muchas son las voces de esta sociedad que nos llaman para que las sigamos. Unas nos ofrecen placeres mundanos. Otras, progresos económicos y prebendas sociales. Los ídolos que surgen por doquier presentan rostros engatusadores. Quieren convertirnos a sus ideologías, con engaños. Pero todos ellos son caducos. Solamente Cristo nos da la seguridad de que, si le seguimos con fidelidad, encontraremos la felicidad plena. Su palabra es sagrada y su ejemplo de vida, la prueba más clara de que no nos fallará.
La infinita misericordia del Señor le lleva a suavizar los sacrificios que nos supone el seguirle conforme nos tiene mandado. De esta forma, en un