Muchas y grandes son las obras que Dios hace para nuestro bien. La más grande: la inmolación voluntaria de su Hijo para liberarnos de la esclavitud y hacernos herederos suyos. Reconocerlo es nuestra obligación como creyentes. Pregonarlo entre quienes nos rodean es una forma de manifestarle nuestra gratitud.
La infinita misericordia del Señor le lleva a suavizar los sacrificios que nos supone el seguirle conforme nos tiene mandado. De esta forma, en un