HOMILÍA DOMINGO XXVII T.O-B Mc 10, 2-16
Cuando sacamos las cosas de contexto no las interpretamos correctamente. En el contexto de Jesús una mujer era una mercancía sin méritos para ser una buena compañía. Considerando esto elevamos a signo profético que él compartiera camino con ellas. La mentalidad del Reino le hizo alternativa humana a un planteamiento inhumano respecto a la mujer. Las supo ver y tratar desde la dignidad que les pertenecía. El episodio de los fariseos fue solo uno más. De nuevo querían ponerlo a prueba. En esta ocasión ellas estaban por medio: ¿le es lícito a un hombre repudiarlas? Si decía sí quedaba mal con sus amigas seguidoras. Si decía no estaba criticando a ley de Moisés. Jesús, para responder, se remonta al deseo originario de Dios, no se queda en una interpretación posterior. En un principio Dios los soñó una sola carne.
La celebración de una boda siempre me ha parecido un fenómeno digno de un poquito de estudio. La inmensa mayoría siempre tienen algo de desmesura: los vestidos de los novios y los invitados, la ornamentación, el despliegue fotográfico, el convite… Casarse es algo tan grande que una celebración algo desmedida pudiera ser comprensible. Pero es algo tan serio que también reclama algún toque de sobriedad, de austeridad, de límite. Y me pregunto qué les moverá a unos muchachos a firmar algo indisoluble en tiempos donde los contratos se firman en lo efímero, no ya de lo líquido, sino de lo gaseoso. En muchas, muchas bodas he creído ver tras tanto boato mucha inconsciencia. En otras, no tantas, dos personas que, desde sus fragilidades, comenzaban un proyecto juntos desde Dios.
Me uno de corazón a esas parejas que mantienen vivo el proyecto tras muchos años de andadura. A todas aquellas que, en el día a día, siguen diciendo “sí, quiero”. Y lo hacen no en lo espectacular del día de la boda, sino en el terrible cotidiano, en el pesado discurrir del día a día. Ese compromiso lo mantienen cuando la realidad ha espantado a sus fantasías; cuando al mirar a la pareja descubren que no existen los príncipes o princesas azules; cuando la contemplación del salón lleno de juguetes desparramados difumina el espejismo de la tranquilidad del hogar; cuando la constatación de las diferencias impone la renuncia a una fusión total e idílica; cuando…
Me uno de corazón a esas parejas que están decidiendo qué hacer con su proyecto. Mi deseo sería que pudieran hacerlo con ayuda y acompañamiento. Esas parejas cuya situación familiar les resulta demasiado pesada; a las que el cansancio les lleva a preguntarse si tiene sentido tanto esfuerzo; a los que no consiguen comunicarse y recurren al silencio o al grito; a los que no terminan de superar un error grande; a los que van a beber de otros pozos porque no encuentran agua en el propio; a los que…
Me uno de corazón a los que decidieron seguir la vida separados; a los que tomaron una decisión que, en el fondo, solo Dios podría explicar por su infinita complejidad; a aquellos que tienen que rehacer sus días en otra casa y con otras circunstancias; a aquellos…
Me uno de corazón a los que emprenden un proyecto de amor tan frágil y sincero como aquellos que pueden contraer matrimonio en nuestros templos. A los unos y a los otros, a estos y aquellos se nos invita a considerar el deseo originario de Dios: una sola carne.